Love in Cancun

Una hermosa historia de Amor en Cancún


 “Cancún: Un viaje especial” el viaje a dicha Ciudad en el mes de Febrero de 2010 tuvo un sabor especial, un lindo comienzo para esta hermosa Historia.

Los cuatro que habíamos ido en el grupo estábamos solos, sin parejas. Sin compromisos. Eramos chicos no tan chicos.

En ese entonces, y con 22 años, estaba en un gran momento ;)

Los días en Cancún tenían cierta “rutina” (por llamarlo de alguna forma). Playa y/o excursión, cena, boliche.


Los lugares para cenar iban variando noche a noche: Mama Roma (un muy buen lugar Italiano donde se podía comer de postre helado al horno), Rainforest, Perico´s (en el downtown, super recomendable), Planet Hollywood, All-Star Cafe…
Terminada la cena, al hotel, ducha y al boliche.

La noche del 8 de Febrero , elegimos el Hard Rock Café.
Ubicado en lo que era el “centro” de la Zona Hotelera de Cancún.

Ahora eso se abrió bastante y hay muchos puntos entre el km 10 y el km 20, con muy buenos lugares y centros comerciales.
El lugar, típico Hard Rock.
Mesa para 4 y sentados frente a un escenario en la parte más baja del salón, una banda sonando en vivo, más los infaltables porrones de Corona con limón, hacían de esa noche algo muuuuy bueno.
De fondo sonaba “Persiana Americana” de Soda Stéreo… tema que al día de hoy representa para nosotros ese momento en ese lugar… (se me caen las lágrimas…)

Atrás nuestro, en la mesa que estaba a mi espalda, un flaco de nuestra edad se levantaba vestido con un jardinero de jean con inscripciones de La Renga, Los Redondos. Bien Argento, viejita estón, de topper blancas de lona.

Pasaron 10… 15… 20 minutos y el flaco no aparecía. Sola, en esa misma mesa, se quedaba una chica. Con mis amigos, empezamos a sacar apresuradas conclusiones: “que se la quiso levantar, que se pelearon y se fue, que le estaba vendiendo sustancias ilegales, que era el fiolo…”. Tiramos 958 teorías… ninguna cierta.

De repente, y como Rowan Atkinson (Mr. Bean) en la película Love Actually haciendo de Ángel, apareció una chica voluptuosa, muy joven ella, alta, muy buen físico acompañada de un señor muuuy mayor. No quedaban dudas de que se trataba.


Nos miramos entre todos y uno de los chicos sacó la billetera y la arrojó violentamente contra la mesa diciendo “esto es guita nada más !!!” Era muy evidente.

La chica sentada a mi espalda (que había quedado sola) vio todo y le causó mucha gracia, observó la misma situación que nosotros de esa extraña pareja y cruzó miradas de complicidad con el Mono, el que había tirado la billetera contra la mesa.

Al darme vuelta para engancharme en la charla, sin querer, le tiro la cerveza. Mal. “Ahora si que la pudriste” fueron las primeras palabras que salieron de su boca. Muy vivo (?) y rápido de reflejos, le digo “no te preocupes, yo te traigo otra botellita…” y agarré un Ketchup Heinz y se lo puse sobre la mesa… para qué !!… La cara que me puso. Pensé: “ah, pero yo soy un boludo importante”. La amé toda.

Al rato nos vino a pedir fuego (época donde se podía fumar en lugares cerrados) y empezamos a charlar de la pareja despareja que había entrado. Las risas fluían. Yo tímido, de la otra punta de la mesa, recagado a pedos por la botellita de cerveza tirada, no atinaba a nada.

La pregunta que estaba en mente de todos y que fue el motivo de todas las teorías sobre quién era el flaco de jardinero de jean, fue respondida con total naturalidad: “MI HERMANO” !! WTF !!

Ella, acostumbrada a viajar sola, había ido con su hermano menor con la condición de estudiar para rendir bien en Marzo. Nunca le creí que el flaco se había ido al hotel. En Cancún, de noche, es Misión Imposible irse a dormir temprano.

Siguiendo la charla, y ante la total buena onda, quedamos en ir a “La Boom” (hoy desaparecido). El boliche free del día. Vino con nosotros y enseguida la adoptamos como uno/a más del grupo.

Nosotros eramos todos de Capital Federal, Palermo era mi barrio. Ella de Caballito, cerca del Parque Centenario. Increíble. Tan lejos, tan cerca.

De ahí en adelante, llamada de por medio de teléfono fijo del hotel (hoy una locura total), le avisaba a que boliche íbamos a ir para que venga con nosotros. Y así pasaron las noches…

El año pasado, 15 años después, pudimos volver al mismo lugar, sentarnos en la misma mesa, y revivir todo lo que había pasado en ese Hard Rock Café.

Con el agregado especial que fuimos con nuestro hijo, y pudimos contarle toda la historia.

A poco más de 6.000 km de distancia de donde escribo estas líneas, en la bella Cancún, el destino nos tenía guardada una increíble experiencia…